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domingo, 29 de marzo de 2020

RAZONES PARA CREER. «YO SOY LA RESURRECCIÓN, EL QUE CREE EN MÍ, AUNQUE MUERA, VIVIRÁ».

domingo, 29 de marzo de 2020


«¿Crees tú esto?»

Al encontrarse con Jesús, Marta, expresa la confianza en que Él todavía puede hacer algo: «Aún ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá». Ella parece tener la fe necesaria para obtener de Jesús que su hermano vuelva a la vida. Por eso Jesús le dice que su hermano resucitará. Marta entonces vacila en creer esto, y desvía el tema hacia una verdad adquirida por una parte de los judíos (los del círculo de los fariseos): «Ya sé que resucitará en la resurrección, en el último día». Jesús insiste en lo dicho mediante una declaración solemne de su identidad: «Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá para siem­pre». Y viene la pregunta decisiva de cuya respuesta dependerá que Jesús pueda actuar o no: «¿Crees tú esto?». Si Marta hubiera respondido: «No, esto no lo creo», no habría existido la base necesaria para que Lázaro volviera a la vida; no se habría entendido que eso ocu­rría por el poder de Jesús, y Dios no habría recibido gloria. Pero Marta responde con una hermosa confesión de fe, la más completa que el Evangelio registra hasta ahora en boca de alguien: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo». Equivale a decir: «Yo creo que tú eres la resurrección y que puedes resucitar a mi hermano». Y sobre esta base de fe, Jesús puede operar este milagro.

El milagro más grande realizado por Jesús

Lo que sigue es mucho más impresionante. Jesús no hace el milagro de manera autónoma. Él quiere que todos comprendan que él es el Hijo de Dios y que su actuación es una con la de su Padre. Por eso, alzando los ojos, ora así: «Padre, te doy gracias por haberme escuchado. Ya sabía yo que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho por estos que me rodean, para que crean que tú me has enviado». Entonces grita: «¡Lázaro, sal fuera!». Y el muerto salió fuera vivo. Dijimos que este milagro se operó gracias a la fe de Marta y de María; pero él mismo despierta la fe, no sólo de los discípulos, sino de todos los presentes: «Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creye­ron en Él».