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miércoles, 29 de abril de 2020
LOS ROLES DE LOS MONAGUILLOS.
miércoles, 29 de abril de 2020
Los ministrantes, más comúnmente conocidos como monaguillos, son los niños que asisten al sacerdote durante la misa. Su nombre deriva del latín “ministrare”, es decir, de servir. Su función es reconocida por la Constitución Conciliar como parte integral del ministerio litúrgico y, como tal, requiere por parte de aquellos que la conducen, una conducta y un comportamiento apropiado para ella. Los monaguillos deben sacar su ejemplo de Jesús, que no dudó en ponerse al servicio de toda la humanidad, llegando a sacrificar a sí mismo. No sólo durante las ceremonias, sino en la vida cotidiana, los monaguillos deben vivir siguiendo Su ejemplo de amor, llevando una vida de generosidad, compromiso y precisión. Los monaguillos son ‘amigos’ de Jesús, por lo general jóvenes llenos de entusiasmo y disposición a participar en la vida de la Iglesia aportando su contribución de amor y dedicación. En la historia de la Iglesia encontramos muchas figuras que pueden representar el modelo ideal para los monaguillos, como San Tarsicio, vivido en la época de las primeras comunidades cristianas en Roma, que fue asesinado por sus pares paganos porque se había puesto a disposición para llevar la Eucaristía a los cristianos prisioneros, o Santo Domingo Savio, que encontró un maestro y un guía en San Juan Bosco, y dedicó su desafortunadamente corta vida a los hermanos y a la comunidad.
El papel de los monaguillos es particularmente delicado si pensamos que representan una especie de punto de unión entre quienes administran el culto y los fieles reunidos para asistirlo. De hecho, además de tener que coadyuvar al ministro divino ayudándolo a organizar lo que necesaria para la Eucaristía, colocando los objetos litúrgicos sobre el altar, trayendo el Misal, los ministrantes también deben rezar con los fieles, acompañarlos en los cantos, y en general, deben actuar como servidores del sacerdote y guías para la congregación. Todo manteniendo una actitud adecuada, realizando tareas y repitiendo gestos codificados por siglos de tradición.