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lunes, 20 de abril de 2020

7 claves para leer la Biblia.

lunes, 20 de abril de 2020





Clave 1: la Biblia es un conjunto de libros inspirados.

La Biblia no es un mero dictado divino a un solo autor. Es una composición literaria hecha por hombres pero donde se revela lo divino. Aunque exprese pensamientos y pasiones humanas, aunque aparezcan asesinatos y relate venganzas, tiene la virtualidad de trascender lo humano. [...] No es un libro entre otros, es un libro inspirado, es decir, Dios está presente y el autor principal, el cual se ha servido de autores humanos para revelarse. "Obrando Dios en ellos y por ellos como verdaderos autores pusieron por escrito todo y solo lo que Dios quería", dice Dei Verbum, el documento eclesial sobre la Biblia, en su capítulo 11. Y el Catecismo dice: "Por causa de su inspiración divina, los libros bíblicos comunican la verdad". Esto es así incluso si a veces el proceso de creación de un texto ha necesitado décadas o siglos.

Clave 2: hay que hacer una lectura creyente de la Biblia.

Uno puede acercarse a la Biblia como lingüista o psicólogo, y no está mal. Pero para que la fe crezca con la Biblia, hay que leerla con una lectura creyente. "Dios sale amorosamente al encuentro de sus hijos para hablar con ellos", dice Dei Verbum. La Biblia fue escrita para avivar la fe de los fieles, conocer el rostro de Dios y seguir su voluntad. Eso sí, se necesita una "verdadera comprensión", "no sea que hagamos decir a Dios lo que nosotros queremos escuchar o lo que no es su voluntad". Una interpretación auténtica "tanto personal como comunitaria, ha de concordar siempre armónicamente con la fe de la Iglesia católica".

Clave 3: la Biblia no agota la Revelación de Dios.

La Iglesia Católica enseña que Dios ha querido "revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad". Dios puede hablar hoy a cada hombre en su Palabra. Pero "la Palabra revelada al creyente debe estar en sintonía con la Tradición oral de la Iglesia y el testimonio escrito de su Escritura".

Clave 4: la Palabra de Dios no es sólo la Biblia.

"Nosotros sabemos que la Palabra de Dios no sólo está en la Biblia, sino que palpita en su Magisterio", no solo en el texto bíblico escrito sino en lo que vive la Iglesia. La Iglesia es anterior a la Biblia, es la Iglesia la que decidió que tal libro era bíblico y tal otro no lo era. "La Biblia ha sido escrita por el Pueblo de Dios y para el Pueblo de Dios bajo la inspiración del Espíritu Santo", explica la exhortación Verbum Domini.

Una comparación: "¿quién puede interpretar adecuadamente una foto que tengas en casa? Aquellos de tu familia que participaron en esa foto o que te la explicaron directamente. Después, a quienes se lo pudiste contar y mantengan esa tradición de boca en boca".

Clave 5: la Biblia es el testimonio escrito e inspirado del acontecimiento salvador de Dios en la historia.

Los autores del Antiguo Testamento, inspirados por Dios, cuentan historias con un tema que se repite: que Dios ama y salva a su pueblo. Y lo mismo en el Nuevo Testamento. "Es la mayor historia de amor de todos los tiempos, del amor infinito de Dios por Israel, por la Iglesia y por cada uno de nosotros". La Biblia es historia de salvación y de liberación: lo que pasó al pueblo de Israel, nos pasa a nosotros. "Todas estas palabras han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el hijo de Dios, y creyendo tengáis vida en su nombre", dice el Evangelio de Juan.

Clave 6: la Biblia forma una unidad. 

El Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento van unidos y buscan lo mismo, contar la misma historia de amor y salvación. Jesús no refuta ni niega al Dios del Antiguo Testamento: le reza con intimidad y cercanía inusitada, le llama  Abba (papá) y dice "Yo y el Padre somos uno". El Antiguo Testamento está lleno de expresiones de misericordia y ternura de Dios (hay muchas en el profeta Oseas, por ejemplo) y el pueblo responde con el salmo 106: "Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterno su amor". San Lucas insiste en que San Juan Bautista, en el Nuevo Testamento, es la encarnación del poder espiritual del profeta Elías, del Antiguo Testamento. Ambas partes de la Biblia están enlazadas.

Clave 7: hay que leer el Antiguo Testamento desde Jesucristo. 

Jesús era, como explica Juan Pablo II en un discurso a biblistas de 1997, "un auténtico hijo de Israel profundamente arraigado en la larga historia de su pueblo. Cuando comenzó a predicar y enseñar, empleó abundantemente el tesoro de las Escrituras, enriqueciendo ese tesoro con nuevas inspiraciones e iniciativas inesperadas. Estas no pretendían abolir la antigua revelación sino llevarla a su perfecto cumplimiento". "Para ser significativa, la Encarnación necesitó arraigarse en siglos de preparación. Si no fuera así, Cristo habría sido como un meteorito caído accidentalmente a la tierra y privado de conexión con la historia de los hombres".
O, en palabras de un biblista: "Es imposible ir a la universidad de Jesús sin pasar por la escuela del Antiguo Testamento".

Pero también hay que entender que la clave para entender bien el Antiguo Testamento es hacerlo desde Jesús. "[Jesús] comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras", nos dice el texto del Resucitado con los discípulos de Emaús. Así pues, no podemos tomar las afirmaciones del Antiguo Testamento como un absoluto: se deben estudiar bien en su contexto histórico y teológico, y siempre entenderlas a la luz de la persona y enseñanzas de Jesús el Cristo".

Acercarse a la Biblia con estas claves ayudará al cristiano católico. El padre García Aguado explica lo que ha visto al ir creando escuelas de Biblia en parroquias. "Las almas se ensanchaban, las personas se sentían reconfortadas y alentadas en su esperanza y se respiraba una atmósfera de comunión profunda. Cuando vamos leyendo más y más la Escritura en el seno de la Tradición de la Iglesia, vamos reconociendo a Dios en nuestra vida. Como decía San Jerónimo: 'desconocer la Escritura es desconocer a Cristo'. Y quien conoce a Cristo, se enamora de Él".